Por fin, un diario saca a colación al personaje que sin mayor mérito que ser hermana de diputado, ha copado un puesto que le venía grande, recurriendo al despotismo insolente que nos deja la indeleble huella de despilfarro baldío. Pero sabedora que fuera de la teta del erario reina la meritocracia, intenta con su conocido descaro acoplarse hasta la jubilación al funcionariado.
CulturArts abre un expediente para comprobar si Gil Lázaro posee la titulación para ocupar su plaza.
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