Esta mañana ha sido un artículo del formidable Umberto Eco titulado “Érase una vez Churchill” quien me ha recordado las recientes declaraciones del endémico director de la CND Nacho Duato.
En su artículo, Umberto Eco comenta el famoso sondeo realizado en el Reino Unido, según el cual la cuata parte de la población británica piensa que Winston Churchill es un personaje de ficción. Tras explicar la importancia que tiene el conocimiento de la historia y de la tradición el escritor y semiologo y uno de los mayores estudiosos del arte, nos recuerda que: “Muchos creen que el viejo aforismo de que la historia es maestra de la vida es una banalidad de maestro antiguo, pero está claro que, si Hitler hubiese estudiado con atención la campaña de Rusia de Napoleón, no habría caído en la trampa que cayó.
Cuando Nacho Duato proclama que “gracias al Ministerio de Cultura en España no solo vemos cositas fáciles como Giselle” se retrata en su ignorante desprecio hacia la tradición y la historia de la danza. Luego remata ese desprecio que siente hacia el público amante del ballet tildándolo de “conservador”.
Ante semejantes muestras de sabiduría no me extrañaría nada que Duato piense que la danza surgió con su mentor Kilyán, que la relación tiempo, espacio y acción es la fórmula de la biomecánica de Meyerhold, que El Cosario lo coreografió Lord Byron o que, Petipa fue un héroe de Dostoievki.
Incluso es posible que piense que nos chupamos el dedo contemplando el cheque que le manda la SGAE cuando afirma que repondrá continuamente sus obras ”para que el público que ha crecido con la compañía pueda disfrutar de ellas con otros ojos”.
Que al sempiterno director de la CND le importe un bledo si su compañía llena o no los pocos teatros a donde acude, pues su salario y sus derechos de autor están garantizados gracias a nuestros impuestos, me parece otra muestra del desprecio que siente por tanto cuanto ignora.
Y es que este señor nos quiere hacer creer que ha sido el destino y los dioses quienes le han colocado en el altillo de la danza del estado español cuando sabe perfectamente y, por ello da las gracias al Ministerio y sobre todo al futuro ministro, que su puesto se lo debe al poder político.